La alegría de compartir

… siempre hay un motivo para alegrarse y para compartir …

El compartir algo tuyo siempre es renunciar a parte de ello y nos genera cierta inseguridad. Es lógico, somos muy amantes y defensores de nuestras cosas.

También depende de donde te encuentres, del contexto, de la situación y los interlocutores que se encuentren en este momento del compartir. Esto es muy importante, un contexto adecuado hace que te sientas bien, que te sientas acogido, libre de poder manifestar lo que tienes dentro.

Muchas veces, como docente, me pierdo en mil historias sobre contenidos, criterios de evaluación, estándares de aprendizaje y otro ciento de términos que la mayoría de las veces nos sirven para enmarañar y oscurecer el hecho docente, la acción docente. Creo que tenemos que volver a prescindir de lo superfluo e innecesario e invertir más tiempo en crear ambientes y situaciones en las que el compartir este garantizado, creando grupos cohesionados y que entre los participantes exista un respeto y devoción por el otro sin igual.

Esto, cambiaría las relaciones entre nosotros, nos haríamos más fuertes como personas y como grupo. Compartir y confiar en que con quién compartes te respeta y te ayuda. Necesitar que la otra persona comparta y ser feliz con el que se siente feliz y llorar con el que está triste.

Tengo la suerte de tener un alumnado excepcional en mi CEPER Trece Rosas. En mis actividades intento generar ese buen clima, ese contexto, esa situación en la que ellos (mi alumnado) no sienta miedo de querer compartir sus cosas, sino más bien sienta alegría al hacerlo.

A mi, a veces, también me cuesta compartir. Pero cuando ves que tu alumnado se esfuerza por crear ese ambiente y situación me ayuda como persona y como docente, me hace ser sensible a sus dificultades, sus problemas, sus vivencias y situaciones personales y familiares.

Como decía Antoine de Saint-Exupery en su archiconocida obra de “El principito”, en el dialogo entre el zorro y El Principito: “… domesticar es crear lazos …”. Y dejando de lado las connotaciones que tiene la palabra domesticación sobre la imposición de criterios sobre otra persona, me quedo con la importancia de crear lazos, crear vínculos, crear situaciones y contextos en donde cada persona pueda expresarse con libertad, con tranquilidad, sin miedo.

La consecución de los objetivos educativos se multiplica si invertimos todo nuestro esfuerzo en crear contextos libres de violencia, llenos de confianza, manifiestamente sensibles y sinceros, estructurados pero flexibles, respetuosos con cada persona. Esto es posible, esto es un sueño. Un sueño posible.

Cada uno de nosotros tenemos una concepción diferente de la felicidad, pero lo que si es cierto que el compartir genera alegría, genera confianza, genera (aunque sea por momentos) felicidad.

Actualmente soy un privilegiado, tengo salud, mi familia está bien y me lo paso bien en mi trabajo. Es muy injusto por mi parte que me queje. Tengo la suerte de tener un trabajo en el que hago todo lo posible por crear buen ambiente y compartir experiencias y conocimiento, y aprender mucho.

La alegría de compartir es lo que sentimos en muchas de las clases en las que soy docente y tengo el privilegio de experimentar junto con mi alumnado. Gracias a ellos y a todos los que pasan por mi vida compartiendo con alegría.

Quería compartir con vosotros y vosotras el dibujo sobre la “alegría de compartir”. Os pongo el proceso. Todavía no está terminado, espero que os guste.