Mi mente no puede acumular la gran cantidad de datos que muchas veces recibo. Ocupan un lugar efímero en mi corta memoria. En esa memoria a corto plazo que la velocidad de la vida hace que sufra constantemente.
En esta vida actual en la que impera la cultura de la inmediatez, la velocidad cobra una gran importancia. Queremos todo ahora y rápido. Se han perdido los valores de la paciencia (ENLACE A UNA ENTRADA ANTIGUA) y tranquilidad. Esto es muy peligroso porque nos hace demasiado exigentes en un mundo tan imperfecto y sujeto al tiempo.
Entiendo que es importante ser exigente. Incluso, hay personas, como yo, que soy más exigente conmigo que con los demás. Y esto tampoco es bueno. El equilibrio es un valor imprescindible en esta cuestión de la exigencia. Pero el tiempo, los plazos, el cumplimiento de obligaciones, nos presionan, nos hacen tomar decisiones de forma veloz, con poca reflexión y muchas veces erramos en ellas. No es nada bueno tomar decisiones rápido o en caliente, aunque esta velocidad de la vida nos empuja a tomarlas, con sus consiguientes riesgos.
Siempre os hablo de las bondades del sosiego y la calma, y hasta ahora no os hablé de ninguna de la velocidad, aunque la tiene. La velocidad crea en nosotros la tensión suficiente para mantenernos activos, en forma, operativos y dispuestos. La velocidad nos genera adrenalina que en su justa medida puede ser beneficiosa.
En estos días estoy sujeto a mucha velocidad en mi trabajo, en mis viajes y en la complejidad de la vida. Haciendo los viajes que tengo en este abril programados, miro muchas veces por la ventana y percibo la velocidad del mundo, en el que voy, en el que me siento parte y vivo. No se percibe nada de forma detallada, porque la velocidad lo transforma en algo inconsistente, algo nebuloso, algo irreal y real a la vez.
Por supuesto que es importante la velocidad, pero hay que controlarla y disfrutarla. Como en varias ocasiones os he comentado, en el termino medio está la virtud, y ser capaz de combinar estos momentos es todo un arte.
Una visión desde el autobús en carrera, una visión de la velocidad al pasar por el mundo, crea también un espacio onírico en el que nos sentimos envueltos y mágicamente relajados.
La creación artística de hoy es la mirada desde ese autobús en el que voy a gran velocidad ha conocer más cosas del mundo, más experiencias con mis compañeros y compañeras y con mi alumnado. Esto, también, es un privilegio. Muchas gracias por estar ahí y compartir esto conmigo.
Gracias por leerme y ánimossss!!!
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La vida pasa a gran velocidad….y nosotros vamos acompañandola sin darnos cuenta……