Toda persona humana adulta recuerda el momento en que perdió la inocencia. Es un hecho, un momento, unas situaciones que te hacen ver que el mundo no es como creías que era. Es aquel momento en el que te informan de la muerte de un familiar querido o de la procedencia de los Reyes Magos. O aquel momento en el que ya eres tratado como «un hombre» y te dicen «espabila que estás ‘amamonao'» o te espetan en algún momento «¡no llores como un niño, que ya eres un hombre!» O aquel momento en el que, instigado por tus ‘amigos’ tienes que hacerte el valiente ante una situación.
En este mundo, hoy en día, es muy difícil poner en valor la inocencia. Se adelantan los aprendizajes de los niños y niñas. Ya hacen cada vez antes las cosas, se anticipa todo, y no se valora el ver el mundo desde una perspectiva de inocencia, de curiosidad positiva, de no sentirse culpable de nada.
Y de adultos tenemos que recobrar la inocencia, la capacidad de no sentirse culpable, de sentirse libre. No es fácil descubrir esto dentro de uno mismo, quizás es más cómodo dejarse llevar por el río de lo que todo el mundo hace. Hacerte el «fuerte», no expresar tus sentimientos y las emociones que vives, esto es lo que la sociedad hace que transmitas. Es una gran mascarada de la mentira.
He intentado que los que están a mi alrededor descubran su inocencia (mis hijos, mi pareja, mis familiares y amigos). Es un proceso lento en el que percibes la realidad como algo amenazante, algo que te puede herir, y percibes tu propia persona como algo vulnerable, sensible y bonito.
¡Qué loco estás! ¡Qué ingenuo! ¡Qué inocente!
Es magnífico poder sentir la sensibilidad, el amor, la compasión que transmiten la inocencia de un niño o niña y verte reflejado en ellos. Siempre recordaré lo que me han ayudado mis hijos a percibir esto y a reencontrarme conmigo mismo.
Una mirada limpia hacia los demás, hacia el mundo es muy necesaria. ¡Qué loco estás!
No exigirse, ni juzgarse, ver siempre lo positivo aunque sea poco. Valorar lo que se ha hecho, aprender del error, pero no quedarse en el mismo, saltarlo hacia la valoración de que siempre tenemos margen para aprender, para desarrollarnos, para profundizar y ser mejores, y hacerlo mejor. No te juzgues, no te hace bien. ¡Qué loco estoy!
Y cuando viene a visitarte la inocencia en persona, la percibes como algo muy placentero, algo muy auténtico, algo bonito, como verdad de la buena. Y vino Valentina y vino la inocencia, a visitarnos al CEPER Trece Rosas a nuestro proyecto CREARTES, y nos trajo alegría, nos trajo todo lo bueno, todo lo bonito y en estas palabras quiero agradecérselo a ella y a su mamá. No perdáis la inocencia, no perdáis el amor, no perdáis la autenticidad.
Pues por todo esto que he reflexionado y que he vivido con mi alumnado, con mi familia, en mi casa y en mi trabajo; todo esto me hace sentirme más feliz y me da fuerzas para seguir trabajando y siendo un inocente. ¡Qué loco estoy!
La creación artística que os presento hoy está inspirada en la inocencia, en abrirse a nuevos mundos, a nuevas perspectivas, abrirse a lo positivo, a lo genial y al universo del bueno. Está realizada en papel para pastel de la marca Rembrandt de color gris claro. He utilizado mis pasteles de la marca van Gogh y los Pitt Pastel de Faber-Castell. Tamaño de 40×28 cms. Me encantó realizarlo y disfrutarlo con vosotras y vosotros.
Gracias por leerme y ánimos!!!
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Bendita inocencia. 👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻
Precioso, me encanta tu exposición, de todo lo que nos pasaen negativo, si analizamos podemos sacar una parte positiva, que nos hace vivir con paz y sosiego y disfrutar de la parte positiva , nos vemos!!
Me gusta tu comentario, además conociendo el caso personalmente es ver la cara de un ser inocente, con una mirada de Angel . Nos vendría muy bien a todos , tomar conciencia …